Por:Julito Compres Carela
El alardeo de un gallo llega a mis oídos,
anuncio del nuevo día, alerta de un nuevo amanecer…”despierta que la verde esperanza llega y se levanta el sol”, me canta el gallo!.
Parecía estar soñando, pero el estallido de un motor que pasa de prisa a través de mis sentidos me recuerda que estoy despierto y de regreso a mi tierra.
Debo apurarme al encuentro con los míos con mis calles, con mi gente, con mi origen con mi pueblo ansioso de estrecharlos entre mis manos y mis brazos y fundirme en su pecho y darle el regalo que traje desde lejos…el inmenso orgullo de ser Dominicano
Voy a pasiarme con las palmeras que están impacientes por saludarme y deleitarme con sus notas melodiosas, como lo hacía mi abuela con una taza de café.
Oigo la voz de la mañana en una guagua anunciadora vociferando que me esperan en el barrio, en las plazas y en todas partes para darme un baño de vida con las raices de mi pueblo…entre amigos y recuerdos.
Me llama la música, el baile, paisajes, pasiónes y una que otras viejas historias.
Me altera el entusiasmo y me apuran las emociones, camisa olorosa, pantalón planchao y apargagatas de colores se prestan para visitar el mar caribe que me invita a sumergir mis penas y mis nostalgias en el agua transparente de la vieja playa de mis añoranzas…quiero vivir los momentos que anhelo y ahogar las penas que me causa la crueldad de la distancia.
Siento un aleteo en mi ventana que sonroja mi rostro y alborota mi pecho…
“adelante, bienvenido a tu tierra, adentrate a este día repleto de energía y de buena vibra.
Vete a repartir ese amor y cariño a los tuyos que le trajiste desde la lejanía y que vallas con Dios, me dice rebosado de júbilo mi alegre corazón.
